Hay una realidad latente en el planeta. Los empleos han aumentado, y la tasa de desempleo ha disminuido, se han creado cientos de nuevos empleos y la economía mundial es estable, todo gracias a la globalización. Sin embargo, y por curioso que parezca, la incertidumbre y la precariedad de los trabajadores van en aumento, todo debido justamente a esta internacionalización. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos en el Forum de este año, los empleados viven con miedo a ser sustituidos por la automatización laboral y la inestabilidad salarial. Todo inició de forma paulatina, ingresando maquinaria que reemplazó procesos sencillos de los obreros en plantas industriales a mediados del siglo pasado, pero hoy, la automatización del trabajo y su incremento en todos los rubros es un hecho.
Por supuesto, el margen de la población que es vulnerable ante una automatización a largo plazo son aquellos empleados que, por sus trabajos u oficios altamente técnicos o matemáticos, se pueden ver reemplazados por inteligencia artificial. Aún así, no todo es tan gris como aparenta. La OCDE estima que serán automatizados el 14% de los empleos conocidos y otro 32% puede enfrentar cambios en la manera de desempeñarlos.
En un futuro muy cercano, las máquinas realizarán gran parte de los procesos en las empresas, permitiendo que el desarrollo económico (en especial de los países de tercer mundo) y productivo incremente. Por un lado es cierto que estos procesos serán mucho más eficientes que realizados por mano humana y que ayudarán muchísimo en la gestión de recursos materiales y humanos, y dará la oportunidad de profundizar en los clientes y en la creación de propuestas de valor. Por otro lado, existe la preocupación general de que, una vez que las máquinas puedan realizar más cosas, no solo procesos tangibles sino cognitivos, el trabajo de las personas será menos necesario.
La realidad es diferente: es cierto que muchos empleos dejarán de existir o cambiarán, más que nada aquellos que engloben operaciones matemáticas y procesos técnicos, como la contabilidad o el trabajo obrero. Esto no quiere decir que dejarán de existir los analistas de datos o los supervisores en las diferentes áreas, si no que se actualizarán para mejorar las competencias centrales.
En resumen: la tecnología y la hiperconectividad están cambiando la naturaleza del trabajo: junto con los factores demográficos, económicos y sociales, están impulsando el surgimiento de una fuerza laboral más independiente y dispersa. La flexibilidad es la consigna de la época, al estar pasando de un entorno en el que el trabajo se basaba en el empleo tradicional a uno en donde hay empleados empoderados o donde hay agentes independientes. Esto muestra un panorama donde los negocios cambiarán para ser mucho más divergentes y competitivos, donde los empleados tomarán un cariz más importante y también donde ellos puedan desarrollarse en habilidades realmente relevantes.
Las nuevas generaciones deben abrazar la tecnología como un objeto de cambio, las viejas generaciones debemos adaptarnos a un mundo que nos dejará en la obsolescencia; y todos los agentes involucrados debemos empezar a pensar en ser más creativos e innovadores, ya que eso, es irremplazable.
Soñador y constructor de mundos.